martes, 19 de abril de 2011

Sueño con galeras, doctor

Ya sabe, doctor, que últimamente tengo sueños raros y recurrentes, y hay uno que se está repitiendo mucho. Sueño con galeras, doctor. No sé si son galeazas o galeras bastardas, lo que sí que sé es que son grandes galeras con multitud de postizas y, cosa curiosa, sin mástiles; no tienen mástiles, doctor; ni artimones ni maestros ni trinquetes, estas galeras sólo avanzan en su navegación por la fuerza de los remos, o sea que el gallardete de tafetán verde va siempre, forzosamente, en el bauprés. Le hablaré de una de estas galeras, doctor.

Arriba, en cubierta, está la jarcia, que sólo manejan los bagarinos, los asalariados del capitán, y sólo cuando éste se lo ordena, porque en esta galera, doctor, los bagarinos no reman, los bagarinos únicamente se ocupan de la jarcia, de una jarcia compuesta sólo de cabos de amarre porque velamen no hay. Para remar, doctor, están los galeotes, los esclavos... Y también en cubierta, luce en ébano africano la entrada al magnífico camarote del capitán, un camarote que ocupa toda la popa. Por cierto, doctor, ahora le hablaré del capitán, pero le ruego que no se ría… El capitán que veo en mis sueños es una mezcla entre Josemi Rodríguez Sieiro -no sé si usted lo conoce- y Roldán, nuestro otrora director general. Para que usted me entienda, doctor, el capitán de mis sueños tiene las maneras y el rostro de Josemi, y la panza de Roldán en sus mejores tiempos.

Lo que queda por debajo de cubierta, doctor, aparte de la maloliente sentina, es el verdadero corazón de la galera, lo que queda por debajo de cubierta son los esclavos que, a golpe de remo, consiguen que la mole se mueva. Unos esclavos, doctor, recluidos en estrechos remiches y firmemente atados a férreas branzas. Unos esclavos que cada tres golpes de remo reciben un nuevo rebencazo del cómitre, un cómitre que, a las órdenes del capitán, sonríe desde el dominio que le da la crujía, por la que se pasea ufano, un cómitre al que -no sé por qué- veo con la cara de Incitatus, el caballo de Calígula.

Ah, y lo más chocante, doctor, es que el galeón navega con piloto automático, por GPS, es decir, el capitán no tiene nada que hacer porque el barco se dirige solo. La fuerza está en los remos y el timón en el GPS, un GPS que ha brotado, como si de un milagroso olivo se tratara, en el puente de la galera, y cuyas raíces se nutren de lo que hay -de lo que siempre hubo- debajo de la cubierta.

Vaya sueño, doctor… Un gran barco que se dirige solo, un capitán, algunos bagarinos, un cómitre y montones de galeotes… ¿Qué significado puede tener mi sueño, doctor? ¿Por qué sueño con galeras?

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