En la
Guardia Civil, igual que en cualquier otra organización, es evidente que tiene
que haber una jerarquía para conseguir el correcto funcionamiento, y le aseguro
que estoy plenamente convencido de que así tienen que ser las cosas, pero
quisiera preguntarle algo, doctor; ¿la inteligencia, los conocimientos y el
buen hacer, coinciden en su calidad con los sucesivos escalones de la
jerarquía?, o dicho de otro modo, ¿es siempre más inteligente, sabe más y hace
mejor las cosas un capitán que un sargento, por ejemplo? Le pregunto esto,
doctor, porque continuamente tratan de hacernos creer que así es, aunque,
sinceramente, tengo mis dudas sobe el particular, y esto me trae al recuerdo
algo que voy a contarle.
El
jefe de mi grupo de investigación, doctor, fue siempre un suboficial hasta que
finalmente decidieron que debía mandarlo un oficial. Al poco tiempo de llegar
el primer oficial que tomó el mando del grupo, la Escuela de la Policía Local
de la provincia donde trabajo requirió al jefe de mi comandancia, como era
habitual, para que enviase a dos componentes del Cuerpo con el fin de que
impartiesen un cursillo a los policías locales sobre la especialidad en la que
estoy destinado, y, casualmente, uno de los que siempre iba a dar esos
cursillos como ponente era yo. De hecho, en distintos años, ya me habían
llamado para al menos cinco cursos. La cuestión fue que cuando el nuevo segundo
jefe de la comandancia se dio cuenta de que uno de los ponentes para el curso
era un guardia civil raso se escandalizó, y de inmediato se puso en contacto
con el flamante nuevo oficial de mi grupo, llegando ambos a la conclusión de
que quien debía impartir ese cursillo era el oficial en vez del guardia.
Como
es natural asumí perfectamente la imposición aunque lo sentí, pero no por mí
sino por la Guardia Civil, porque sabía muy bien, doctor, que aquel oficial
tenía unos conocimientos excesivamente básicos sobre el tema y que ni la
Guardia Civil ni él iban a salir airosos del asunto.
Y
así fue, doctor, lamentablemente así fue. El cursillo duraba cinco días y, en
lo que a mi materia se refiere, había que impartir diez horas de clase que
aquel oficial redujo a lo que tardó en leerles unos apuntes que fue cogiendo de
aquí y de allá, lo cual no llegó ni a la cuarta parte de la duración del curso.
El resultado final fue que la Escuela de la Policía Local nunca volvió a llamar
a la Guardia Civil para esos cursos y a partir de entonces fue el Cuerpo
Nacional de Policía el que se encargó de ellos.
Cada día entiendo menos el sentido de la lógica de algunos mandos de la Guardia Civil, y eso, doctor, me desmoraliza y me aterra...
Yo también, doctor, pienso lo mismo. Lo curioso, doctor, es que muchos de esos Oficiales fueron primero simples Guardias que estudiaron y gracias a su inteligencia, memoria, apellidos o suerte, son ahora esos Oficiales doctor... Lo triste, doctor, es que otros muchos Guardias rasos, soldadesca o primera línea de batalla; no pudieron tener esa oportunidad por ciscunstancias de la vida (cuidado de hijos, falta de un buen apellido o mala suerte). ¿Son esos Guardias que no pudieron ascender menos inteligentes doctor? ¿O, si eran igual de inteligentes con el paso de los años se vuelven estultos...?. En todo caso doctor, me sumo al carro del que usted empuja y lo animo a seguir escribiendo. Un saludo, verde y raso.
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