jueves, 16 de junio de 2011

¿Son fechorías o picardías, doctor?

No sé si son fechorías o picardías, doctor, pero lo cierto es que a veces lo parecen. Me refiero a alguna de esas normativas que se elaboran en las más altas instancias de la Guardia Civil -o quizá en los ministerios- para aprovecharse groseramente de todos los guardias civiles. Quiero hablarle, doctor, de algo que me parece extraordinariamente injusto y que no hace mucho tiempo me ha sucedido.

Resulta que en la Guardia Civil hay una figura llamada “comisión de servicio”, una de cuyas modalidades se aplica cuando hay que trasladarse fuera de la residencia para realizar algún tipo de trabajo que, en lo que se refiere a mi especialidad, no suele durar más allá de tres o cuatro días. Pues bien, doctor, la normativa aplicada en estos casos indica que en esas comisiones nunca se podrán anotar más de siete horas de servicio al día, sin importar en absoluto que en realidad se hayan hecho ocho, diez o catorce. En otras palabras, doctor, en el cuadrante donde se apuntan las horas de trabajo que hacemos cada uno, y con el completo conocimiento de quien ordena el servicio, lo normal es que aparezcan menos horas de las que realmente se han hecho, lo cual, doctor, a mi entender es una estafa que, eso sí, pretenden disfrazar de legalidad.

La última comisión de servicio que hice, doctor, duró tres días y me exigía trasladarme a unos mil kilómetros de mi comandancia, y esto, como es lógico, implica tener que conducir durante unas doce horas para llegar al destino, incluyendo los descansos pertinentes, más otras doce horas para volver, aparte del habitualmente intenso día de en medio en el que, como mínimo, también suelen trabajarse otras doce o catorce. Todo esto, doctor, puede sumar alrededor de treinta y ocho horas, pero sin embargo sólo nos anotan veintiuna que es prácticamente la mitad.

A veces pienso, doctor, que nuestros más altos jefes, para envidia de la comunidad científica, han conseguido por fin aplicar la teoría de la relatividad de Einstein a las horas servicio, logrando estirar y encoger la caprichosa cuarta dimensión como si fuesen auténticos sabios, de modo que con sus curiosas fórmulas, doctor, han llegado a transmutar el tiempo de tal forma que donde el reloj cuenta catorce horas, para ellos sólo pasan siete.

No sé, doctor, si todo esto se debe a la fechoría gravitatoria de algún agujero negro o a las picardías de Chronos, pero lo cierto es que mientras por un lado nos exigen cumplir el mínimo de horas milimétricamente, por el otro nos las hurtan con todo el descaro del mundo.

¿A usted no le parece, doctor, que eso no está bien? 

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